viernes, 28 de septiembre de 2012

Esa noche perdí mi arete


De pronto, un remolino de recuerdos me llevó casi ausente justo al momento del que me había forzado a escapar. 
Después de todo, uno no se esfuerza en buscar la bisutería barata.
¿De dónde salen las ganas de querer olvidar algo? ¡De querer extraviarlo y nunca encontrarlo!
De pronto y cuando volví a pensarlo, me di cuenta que la vida es eso que pasa mientras tu esperas conservar ese arete en forma de flor*, que nacía y maduraba sin sentido alguno conmigo.
Por si acaso, por cualquier cosa, o con un pedestre "por si las moscas", tiré el par.

Pero, antes de reflexionar todo esto, justo al día siguiente, pensé en que debía haber quedado en el sillón y debía ir por el. Antes de pararme a buscarlo, escuché, como una notificación, a lo lejos, un buenos días. Una campana que aguardó a sonar oportunamente hasta esa mañana, para al fin, hacerme entender que no se podían cosechar flores donde nunca hubo nada que sembrar.

*Ya sé que mi alusión a John Lennon es bastante rascuacha, pero déjenme, al fin es mi blog y me vale pura madre.



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