De pronto, un remolino de recuerdos me llevó casi ausente
justo al momento del que me había forzado a escapar.
Después de todo, uno no se esfuerza en buscar la bisutería barata.
¿De dónde salen las ganas de querer olvidar algo? ¡De querer
extraviarlo y nunca encontrarlo!
De pronto y cuando volví a pensarlo, me di cuenta que la
vida es eso que pasa mientras tu esperas conservar ese arete en forma de flor*, que
nacía y maduraba sin sentido alguno conmigo.
Por si acaso, por cualquier cosa, o con un pedestre "por si las moscas", tiré el par.
Pero, antes de reflexionar todo esto, justo al día
siguiente, pensé en que debía haber quedado en el sillón y debía ir por el. Antes de pararme a
buscarlo, escuché, como una notificación, a lo lejos, un buenos días. Una campana que aguardó a sonar oportunamente hasta esa
mañana, para al fin, hacerme entender que no se podían cosechar flores donde nunca hubo nada que sembrar.
*Ya sé que mi alusión a John Lennon es bastante rascuacha,
pero déjenme, al fin es mi blog y me vale pura madre.
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