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Ver las luces de la mancha urbana durante la noche siempre ha sido mi forma de calmarme. De pequeña subía a la azotea de mi casa y observaba como bailaban y se perdían entre la bruma nocturna. A lo lejos me reflejaban lugares en los que nunca había estado y me gustaba imaginarlos.
Pero ahora esas partes adquieren sentido conforme las voy conociendo y los lugares ya no pueden ser más eso que había ideado en mi cabeza.
Hoy por la noche, cuando quise hacer lo acostumbrado, me dispuse a observar aquellas luces que bajaban por el poniente. Las laderas de la sierra que por el día se notan infectadas de concreto, por las noches parecen la más pura de las bellezas. Pero esta vez me di cuenta que aquellas montañas ya no me eran indiferentes, porque sus laderas ya no me son desconocidas.
El brillo intenso entre esos encinos ahora no se me olvida.
Imagen: www.imagenesaereasdemexico.com
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