Depende de dónde vivas, seguro conocerás una de esas zonas. Ya sean las interminables naves industriales y los asentamientos irregulares en barrancas, Ciudad Labor o Santa Clara, Milpa Alta, el Molinito. Hay veces que la gente no repara en lo que observa cuando hay un cerro desgajado o cortado: lo que vemos en ese corte son las entrañas de la tierra. Un poco de Santa Marta Acatitla o Chalco, tal vez Ecatepec o Tlalnepantla, en sí, la Ciudad de México tiene tantos ejemplos.
Esto lo pensé hace unos 10 años mientras salía de viaje en autobús a dar una vuelta de vacaciones. Continuaba mi camino por la autopista hacia Hidalgo y me preguntaba en dónde trabajaba toda esa gente de quienes veía sus casas a los lados de la autopista -ilusa yo, pensaba que la gente conseguía trabajos nada más por ser mayor de edad-.
Algunos pensarán que me refiero a la realidad de pobreza por la que atraviesa nuestro país, pero no, eso ya lo sabemos todos. En realidad me refiero a una simple afirmación que hizo Mario Santiago Papasquiaro y que cada vez que veo esto viene a mi cabeza una y otra vez:
"La ciudad se lo come todo..."
Se come y acaba con toda voluntad de armonía. Avanza y destruye todo vínculo del ser con su providencia, raíz y destino final. Construye el concreto a la vez que desconstruye las relaciones sociales y vínculos humanos. Se expande y succiona el subsuelo hasta dejarlo hueco. Termina con lo que alguna vez fue el orden natural de las cosas. Consume todo tipo de vida, para dar lugar a todos nosotros.
Mucho de lo que hemos perdido como sociedad ha sido el resultado de la alteración que las altas concentraciones humanas de las megalópolis provocan. Hemos olvidado el ser humano y ahora sólo sabemos marcar nuestras individualidades a través del espacio urbano.
Todo eso que antes era, ahora es puro concreto gris.
De alguna manera dimos con este video y se los quiero compartir, aunque sé que ya muchos lo conocen. Creo que es una de las tantas formas de retornar lo humano a la megalópolis, o al menos a algunas de sus partes.
El color sana, reconstruye e impulsa estos barrios que al rededor del mundo, como en México, han destruido el tejido urbano. Su trabajo en equipo es admirable y, aunque muchos tienen sus reservas en el uso publicitario o el estilo del proyecto, creo que valdría mucho la pena intentar algo así.
Se imaginan las colinas de la Sierra de Guadalupe o las Faldas del Ajusco así?
Feliz 2011
No hay comentarios:
Publicar un comentario