La Ruta 100 y el nuevo lavado de autos

Hay mucha ciudad y pocos lugares que haya fotografiado.  A veces me pasan grandes ideas por la cabeza, que nunca concreto, pero hoy no es el caso; en primera porque esta no es una gran idea y en segunda porque sí la concreté.

El transporte siempre ha sido una cuestión urbana de gran importancia.  Actualmente es muy deficiente, sobre todo en los municipios conurbados, pero en los ochentas todo apuntaba a que este sería de primera calidad.  Durante el gobierno de López Portillo se fundo una línea de camiones que fueron expropiados a concesionarias privadas de transporte, entre ellas el 'Pulpo Camionero' (no sé si fue una cuestión de sarcasmo , pero sus tarifas dejaban bien claro que eran unos malditos pulpos).  Después de la expropiación, al más puro estilo mexicano del doble discurso, lograron conformar una flota gigantesca de camiones que cubrían casi toda la ciudad.

Esto era genial: servicio muy barato, rutas de no-te-cagues tipo Rosario - Alfonso XIII o la mítica Iztacala - Coyoacán, camiones de buen nivel y, lo mejor, conductores conscientes y combativos, que pronto formaron un sindicato.

Después de una petición de aumento de salario denegada por el gobierno, naturalmente se fueron a huelga y con eso llegó a su fin uno de los servicios más distribuidos de transporte que tuvo la ciudad.

El MPI, uno de los sindicatos de la Ruta 100, tenía un predio en el cual guardaban sus camiones y se encuentra en la esquina del Eje 2 y Av. de Los Maestros en Azcapotzalco.  Desde su desaparición, este predio fue muchas cosas y, hoy, es un auto lavado.  A pesar de que nada tiene que ver con sus antiguos ocupantes, el autolavado ha conservado este mural que es digno de analizarse, más que como una cuestión artística, como algo antropológico.

Me declaro una fiel detractora de la estética sindicalista, aquella que tiene las reminiscencias más culeras del muralismo -como la desproporción- y los coqueteos con el simbolismo peor logrados, tanto que rayan en lo surreal que tanto permea a nuestro querido México.  Para qué escribo más, si podemos presenciarlo gracias a las cámaras digitales.

Se empieza por el principio: acá nuestros antepasados indígenas, todos mezclados en una gran comunidad añorable.  Algo característico del discurso izquierdozo charro es siempre remontar lo grandioso de nuestro país a algo que sucedió hace 500 años y, peor aún, los indigenas actuales son totalmente ignorados.

Pero el terrible ocaso de esta civilización se debió a estos malditos españoles.  Siempre se omite la separación que existía entre las comunidades y que los mexicas eran profundamente odiados por sus prácticas de conquista.  Creo que es admirable el simbolismo en el que  la luna, los puentes, el agua y la lucha representan la noche triste (estoy siendo irónica)

No importa cuanto me renieguen, este simbólico caballo con cabeza de puño, que lleva a cuestas a Cortés-Jesús, quien a su vez una de sus manos es la mismísima espada y verduga del guerrero crucificado (presuntamente Cuauhtemoc).  Estoy sin palabras desde que lo vi.

Después de esto, por alguna extraña razón, la semiótica me indica que el Sindicato de Trabajadores de la Ruta 100 no les gusta la historia de la colonia.  A pesar de que en ella los frailes rescataron lo poco que se pudo de la historia que hoy enaltecen, 'no la pueden ver ni en pintura', como decía mi abuela.  Acá la muestra de que también la independencia es un proceso no asimilado y que todo se hizo mal hasta que Juárez llegó. También me queda claro que jamás superaremos la pérdida de Texas, Arizona, etc, etc. Gusta harto el tío Sam-zombie-atascado, hasta para hacer un vinil para mi sala.

Siempre estaré de acuerdo con esta depuración de personajes de la Revolución Mexicana.  Para mi Flores Magón y Zapata son te los poquitos que valen la pena.  Pero...con todo lo que los admiro, no concretaron mucho en comparación con los cerdos de Carranza, Obregón y Calles, por ejemplo.  Pero en el mural está padre como los retoman como antecedente directo de la creación, lucha y permanencia de los sindicatos, a pesar de que actualmente estorban más de lo que ayudan en mi opinión.  Está padre el detalle del Quetzalcóatl, rodeando toda la historia de maíz (así denomino a este género y visión de la historia, similar a la de bronce, pero al revés).

Ya en la época contemporánea podemos ver las luchas sindicalistas, dirigidas por un hombre que tiene la cabeza girada, es decir, su frente es su trasero.  Es bueno darse cuenta que gran parte de las luchas sindicalistas de los años 30 siguen vigentes en este mural y en los sindicatos charros.

Lo que está mejor, es saber que James Dean dirigió honesta y volteadamente estas luchas.

Ya no sé si me gusta el muralismo sindicalista, lo que si, es que está muy fino que unos lavacoches hayan conservado esta joya en un predio que perteneció al sindicato de la Ruta 100, para alegrarme mi fin de semana mientras lavan el auto.

¡Excelente media semana y fin de semana para todos!

Y ¡que viva Egipto libre!