jueves, 25 de noviembre de 2010

Mi gato necesitaba un psiquiátrico

El primer recuerdo que tengo de una mascota, es de mi perro Cocker.  Su nombre poco creativo, me transporta a la infancia y me provoca nostalgia.

Cuando nos mudamos de casa, el no pudo ir con nosotros, así que lo dejamos con la señora que nos ayudaba en el hogar.  A pesar de estar en un lindo rancho, Cocker se murió esperando a que regresáramos por él y eso me pone triste.

Después adopté a la linda Nala, una french color canela que tenía impresionantes habilidades de escapista y siempre lograba fugarse de la casa.  Duró 17 años con nosotros y falló en su último escape: murió hace unos meses y la extrañamos todos.

Al mismo tiempo que tuve a Nala, adopté dos gatos.  El primero, Tomás, se escapó de la casa y lo mataron unos perros.  El segundo, Diego Luna, le sobrevivió a Nala y la extraña desde que se fue al paraíso de los perros.

Cuando me mudé, adopté otro gato, Papano.  El lindo Papano resultó ser toda una loca, y nos percatamos después de que saltó del séptimo piso de mi edificio.  La tragedia era de grandes proporciones, ya que nos imaginábamos como podía quedar un gato después de un salto de 14 metros de altura.  Sorprendidos, Iván y yo,  lo escuchamos maullar y poco después lo vimos caminar, correr, comer y rodar como loco por la alfombra. El gato no tenía un sólo rasguño.

Su diagnóstico fue el padecimiento de un terrible síndrome: Gato Paracaidísta.  No se rían, es algo totalmente científico y verídico.  Mi gato padecía un desorden que lo invitaba a experimentar saltos de grandes alturas, con la peligrosa amenaza de que lo haría cuantas veces le fuera posible.  Lo cuidamos, le procuramos, pero no fue suficiente: volvió a saltar.

Esta vez esperamos lo peor, el gato no podría sobrevivir.  Lo hemos buscado por todas partes, no sabemos de él; lejos de quedar ahí, el gato corrió de ahí, tanto, que no sabemos dónde está.

Tener mascotas es muy doloroso, ya soporté muchas pérdidas, pero es lo poco que puedo hacer después de que le hemos robado tanto territorio a los animales.  Espero encontremos a Papano, que vuelva con bien, si no, estará ya con todos mis queridos animales, cuyas huellitas marcaron mi corazón para siempre.

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